Seducción musical

El baile es para mi (y creo que para muchos más) una actividad muy cercana al sexo. Se dice que quien baila bien es bueno en la cama y seguramente más de uno de nosotros se ha sentido terriblemente atraído por alguien que supo seducirlo durante el baile.

De niña bailaba en las fiestas del colegio, pero ya de adolescente me daba mucha vergüenza y durante mucho tiempo no lo hice, sobre todo por miedo a hacerlo mal. Luego me fui animando y durante una época lo disfruté muchísimo. Para mi era importante ese disfrute, ese juego de seducción entre pasos, movimientos y miradas... Disfrutaba la tensión de elegir entre uno u otro de mis potenciales acompañantes según la música que nos ambientaba, disfrutaba de sentirme entre sus brazos transportados por la música a un mundo sólo para nosotros.

El tiempo pasó y conocí a un hombre cuyos ojos me atraían de una forma que nadie más había logrado y bailando fue que le seduje, bailando, mirándole a los ojos y siendo su confidente...
Pero el tiempo pasó y por distintas razones dejamos de bailar, dejamos de jugar a seducirnos, y locierto es que lo extraño. Para mi es necesario ese juego, es necesaria la suave seducción que surge de bailar uno al lado del otro, dejándonos llevar por la música, viajando en alas de esos sonidos.

Hoy tengo ganas de bailar, pero no tengo ganas de bailar cualquier cosa. Hoy quiero bailar tango, quiero seducir y que me seduzcan, quiero bailar y dejar el alma en ese baile. Quiero que mi alma y mi cuerpo se entreguen apasionadamente a esas notas que los hacen vibrar y estremecerse en suaves orgasmos que crecen a su compás...

Hoy quiero entregarme hasta quedar exhausta en sus brazos tras un corte y una quebrada final...